Cuidar de Nosotros Mismos y de Nuestra Enseñanza

Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido. Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera. Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida por todos. Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen. Esto manda y enseña. Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.
(1 Timoteo 4:6-16, RVR 1960)

A veces, cuando leo algunos pasajes de la Biblia, trato de imaginarme cómo habrá sido ser alguno de los personajes de la historia. Cuando era más joven, me preguntaba cómo habría sido estar en los zapatos de Timoteo, que fue nombrado líder de su iglesia a una edad temprana, que vió partir a Pablo que debía continuar su viaje misionero. En su lugar, lo más probable es que yo me habría sentido profundamente triste por la partida de Pablo e intimidado por la nueva responsabilidad que se me estaba encomendando. Seguramente, Pablo entendía algunas de las cosas con las que Timoteo debía estar luchando, y por eso en sus cartas aborda varias cuestiones que fueron tan importantes para él. Cuestiones que aún son importantes para nosotros, hoy.

En este pasaje de las Escrituras, Pablo recuerda a Timoteo la solidez de la enseñanza que ha recibido, y le recuerda también que el propósito de esta instrucción era su formación en la piedad. Para nosotros, hermanos, el objetivo de nuestra formación tampoco es ser listos o inteligentes, o estar al día de los últimos mitos irreverentes y tontos. Aunque estos conocimientos pueden ser interesantes y hacer que una persona se sienta superior a los demás, el objetivo de Dios para nuestra formación es que nos parezcamos más a Cristo, y que compartamos más el carácter de Dios mismo. En el estudio bíblico, la transformación interior es lo más importante, y esto comprende nuestra propia transformación como personas que dirigimos esos grupos de estudio. Dicha transformación requiere que nos concentremos en ir más allá del simple conocimiento de las Escrituras y de la buena doctrina. Las verdades de las Escrituras deben influir en la manera en que caminamos con Dios, en cómo vivimos nuestras vidas a la luz de las verdades que afirmamos. Pablo demostró la importancia que tiene esta verdad con la manera en la que él y otros discípulos se esforzaron y lucharon por ella; ellos habían puesto su esperanza en el Dios vivo, su Salvador. Como vemos, Dios puede lograr nuestra transformación si ponemos nuestra esperanza en Él y en Su capacidad de obrar en nosotros; ¡qué importante recordatorio nos hace Pablo! Un recordatorio que, personalmente, sé que necesito.

Más adelante en su carta, Pablo anima a Timoteo a no dejar que su jóven edad sea un obstáculo para su ministerio, sino un ejemplo para los demás tanto en lo que dice como en lo que hace, en su fe en Cristo y en su amor a Dios y a los demás, y en vivir su vida obedeciendo a Dios. Las directrices de Pablo reflejan lo que escribió antes sobre que la piedad es el objetivo de la formación, e insta a Timoteo a dirigir y enseñar con el ejemplo, no sólo con palabras. Pero las palabras sí son importantes y tienen poder para ayudar a otros a crecer en la fe. Así pues, Pablo insta a Timoteo a dedicarse a compartir las Escrituras con la iglesia reunida, a exhortarles a responder a la instrucción de Dios y a enseñarles las grandes verdades de la Biblia. Pablo confía en el poder de Dios para transformar a las personas cuando prestan atención a Su Palabra, la comprenden y responden a ella. Por eso son tan importantes nuestros estudios bíblicos en grupo. Dios viene a nuestro encuentro cuando nos reunimos para escuchar, leer y estudiar Su Palabra, para que podamos responder en fe y obediencia. Él siempre está dispuesto a obrar en nosotros cuando buscamos Su ayuda para vivir lo que aprendemos. Como Timoteo, debemos dedicarnos al ministerio de la Palabra, confiando en que, mientras lo hacemos, Dios actúa.

Por último, Pablo reitera claramente lo importante que es el ejemplo de vida de Timoteo para su capacidad de pastorear a otros. Pablo lo exhorta a tener cuidado de él mismo y de la doctrina. Tanto el ejemplo de vida de Timoteo como alguien a quien Dios está haciendo crecer, así como la veracidad de su enseñanza, son importantes. El ejemplo de su vida es testimonio del poder y el impacto del evangelio, y la veracidad de su enseñanza es fundamental para una respuesta fiel a Dios. Ambas cosas son fundamentales. Dios nos llama hoy a ejercer un cuidado similar, en el ejemplo de vida que vivimos ante aquellos a quienes enseñamos, y en la exactitud de nuestra propia enseñanza. Ambos aspectos son importantes para Dios, y ambos influyen en aquellos a quienes enseñamos. Que Dios nos ayude a prestar atención a ambos.

Padre, estoy agradecido por Tu capacidad de utilizarme en el ministerio junto con otros, sea cual sea mi edad. Gracias por el poder de Tu Palabra para transformar vidas mientras Tu Espíritu obra en mí. Que mi propia vida como líder de estudios bíblicos muestre cada vez más Tu misericordiosa obra renovadora en mí, ayudándome a vivir Tu Palabra que comparto con los demás y a exhortarles a perseverar. Ayúdame a prestar atención tanto a lo que predico como a lo que hago, para que te honre en lo que digo y hago. Amén.

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