El Poder de la Escritura
Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, persecuciones, padecimientos, como los que me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra; persecuciones que he sufrido, y de todas me ha librado el Señor. Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. (2 Timoteo 3:10-17, RVR 1960)
Más de una vez en esta colección de devocionales, te he animado a recordar a aquellos que te discipularon, te enseñaron la Biblia y alentaron tu crecimiento en Cristo. Hagámoslo una vez más: Piensa en las personas que tuvieron un impacto decisivo en tu crecimiento espiritual mientras te discipulaban. ¿Cómo eran? ¿Cómo se relacionaban contigo y con los demás? ¿Cuáles eran sus metas en la vida? ¿Cómo era su fe? ¿Cómo expresaban su amor por ti? ¿Cómo se enfrentaban a los retos de la vida? Sabemos que nadie es perfecto, y tampoco queremos poner a nadie en un pedestal, pero es bueno recordar el tipo de personas que Dios utilizó para nuestro propio crecimiento. A mí, por ejemplo, me vienen a la mente personas que conocí en la universidad, a quienes estoy eternamente agradecido por su amoroso ministerio conmigo. Ellos son un ejemplo luminoso de la importancia de nuestra manera de ser si somos líderes de estudios bíblicos. Definitivamente, no sólo es importante la solidez del contenido que enseñamos.
En este pasaje de las Escrituras, Pablo escribe desde la cárcel a Timoteo, porque sabe que habrá maestros que intentarán engañar a los de la iglesia de Éfeso. Estos falsos maestros se autoengañan y, si Timoteo y los demás en la iglesia no tienen cuidado, socavarán el mensaje del Evangelio y llevarán a la iglesia por mal camino. Pablo insta a Timoteo a permanecer fiel a lo que ha aprendido y creído, ofreciéndole una doble razón para ello. Hace poco, al volver a leer este pasaje, me di cuenta de que con demasiada frecuencia paso por alto la primera razón que da Pablo y paso directamente a la segunda. Es fácil hacerlo, pero al hacerlo nos perdemos de algo sumamente importante.
Comencemos entonces con la segunda razón que es la naturaleza y el poder de las Escrituras para nuestra instrucción y salvación. Se trata de un pasaje muy apreciado en general, yo lo he leído repetidamente y he oído a otros citarlo como fundamental para nuestros ministerios de estudio de la Biblia. Estas «Sagradas Escrituras» son capaces de conducirnos a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Su fuente es Dios, pues fue «inspirada por Dios», y nos señalan en qué estamos equivocados en nuestra comprensión o comportamiento, nos muestran lo que necesitamos saber y hacer, nos guían para aprender a vivir en mayor obediencia a Dios, y nos ayudan a crecer hasta alcanzar la madurez en nuestro caminar con Dios, y nos preparan para realizar las buenas obras que Dios ha concebido de antemano para que llevemos a cabo (Efesios 2:10). Pablo anima a Timoteo a depositar su confianza en las Escrituras y a utilizarlas como fundamento, tanto para su propia enseñanza como para evaluar la de los demás. Nuestra propia confianza sigue estando hoy en las Escrituras, y por eso estudiamos juntos la Biblia.
Ahora sí, volvamos a la primera razón que nos da Pablo. Se trata de una razón mucho más personal. Pablo insta a Timoteo a que continúe siguiendo los preceptos que ha aprendido y en los que cree firmemente, porque «sabe» de quién lo ha aprendido. Este «saber» que Pablo describe no es un mero conocimiento superficial de quién es Pablo, sino un conocimiento profundo de la clase de persona en la que Pablo se ha convertido por la gracia de Dios. Timoteo no sólo sabe lo que Pablo ha enseñado, sino que, al haber convivido con él, conoce la integridad de su conducta con los demás y el objetivo de su vida de obediencia a Dios dando testimonio ante los gentiles. Timoteo conoce la historia de Pablo; su fe en Cristo que vino después de la intervención misericordiosa de Dios cuando Pablo era un enemigo del evangelio. Ha visto la paciencia, el amor y la firmeza de Pablo, incluso cuando sufrió persecución por proclamar el evangelio. Y Timoteo sabe cómo Dios rescató a Pablo, una y otra vez, de la persecución, y cómo Dios guió a Pablo en sus viajes misioneros. La vida de Pablo le suma credibilidad a su enseñanza y adquiere bastante peso cuando se tiene que poner en consideración ante la llegada de un nuevo maestro portador de un mensaje diferente al que Pablo enseñó.
En última instancia, la veracidad de nuestra enseñanza descansa en lo bien que entendamos y respondamos a la Palabra de Dios. Usando como punto de referencia la Escritura, evaluamos lo que dice cualquier maestro o predicador bíblico. El principio de «sola scriptura» ha sido fundamental para guiar el ministerio desde el principio. Pero el cómo vivimos nuestras vidas también tiene cierto impacto en aquellos a quienes enseñamos. Nosotros, hermanos, podemos añadir credibilidad a nuestro mensaje debido a la obra transformadora de Dios en nuestras propias vidas, o podemos socavar nuestro mensaje debido a nuestra mala conducta o hipocresía. Como Timoteo conocía bien a Pablo, éste último podía animarlo haciéndole recordar la clase de persona que solía ser y cómo Dios había obrado en su vida. Pablo demostró integridad y coherencia entre su mensaje y su vida y así le añadió credibilidad a su enseñanza.
¿Y tú? ¿Has compartido con otros la obra transformadora de Dios en tu propia vida? ¿Has amado pacientemente a los que has guiado en el estudio de la Biblia para que puedan ver la coherencia entre tu mensaje y tu vida? ¿Son tu estilo de vida y tus relaciones con los demás un testimonio de la veracidad de lo que enseñas? Ninguno de nosotros es perfecto en este aspecto, pero debemos ser capaces de mostrar lo significativa que ha sido la obra transformadora de Dios en nuestras vidas para incrementar la credibilidad de nuestros ministerios. Sin la credibilidad que nace por predicar con el ejemplo, es demasiado fácil que otros descalifiquen lo que decimos. Oremos para que Dios te ayude a ver las áreas en las que necesitas Su ayuda para vivir tu fe de forma más coherente, por tu propio bien y por el de aquellos a los que diriges.
Padre, estoy agradecido por Tu obra transformadora en mi propia vida. Gracias por Tu gracia al aceptarme en Cristo, y por Tu gracia que obra en mí para hacerme crecer más a Su semejanza y carácter. Que Tu obra en mí sea un testimonio de la veracidad de lo que enseñan Tus Escrituras. Gracias por el poder de Tu Palabra para corregirme, enseñarme y prepararme hacia la semejanza de Cristo. Ayúdame a enseñar bien Tu Palabra, tanto en lo que digo como en lo que vivo. Amén.