Enseñar a Quienes Pueden Enseñar a Otros
Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.
Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes. Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad. Y su palabra carcomerá como gangrena; de los cuales son Himeneo y Fileto,
(2 Timoteo 2:1-2, 14-17, RVR 1960)
Esta vez, me gustaría que te tomaras unos momentos para pensar en las personas que te han enseñado y animado en tu caminar con Dios. Recuerda sus rostros y tómate tiempo para recordar lo que hicieron y dijeron que causó un impacto en ti. ¿Logras verlos? ¿Puedes recordar lo que sentías al estar cerca de ellos y al escucharlos? Yo sí, y me causa alegría pensar en ellos. Cada uno de nosotros tiene en su vida a personas que apostaron por nosotros, que alentaron nuestra fe y fidelidad a Dios. Dedica un tiempo a dar gracias a Dios por ellas.
Pablo fue una de esas personas en la vida de Timoteo. Se conocieron en el segundo viaje misionero de Pablo, quien invitó a Timoteo a unirse a él y a Silas en su ministerio. Con el tiempo, Pablo dejó a Timoteo en Éfeso para que dirigiera y enseñara a la congregación y respondiera contra algunas falsas enseñanzas que allí se daban. Timoteo debió estar desbordado por su misión, y sospecho que deseaba que Pablo estuviera allí para hacer frente a los problemas que estaba tratando. Pero entonces Pablo estaba en prisión, y confiaba en que Timoteo utilizara todo lo que había aprendido para actuar de una manera que fortaleciera a la iglesia.
Pablo sabía que no se trataba sólo de las habilidades de Timoteo, o de cuánto sabía y podía explicar. Pablo comienza este pasaje instando a Timoteo a fortalecerse con la gracia que hay en Cristo Jesús. Necesitará la fuerza de Dios para la tarea que tiene por delante, y puede encontrar esa fuerza a través de su relación con Cristo. Por gracia, recibimos la fuerza que necesitamos para las tareas a las que Dios nos llama. Pablo le compartió que la fuente de su propia fuerza era estar unido a Cristo, y esto era la base de todos sus esfuerzos de enseñanza.
Más adelante, en su carta, Pablo anima a Timoteo a recordar la enseñanza que Pablo había compartido en numerosas ocasiones. Timoteo había viajado con Pablo y le había visto explicar repetidamente las buenas nuevas del Evangelio, tanto a judíos como a gentiles. Éfeso necesitaba este mensaje fundamental del Evangelio. Aunque ya lo habían oído de Pablo, ahora Pablo pide a Timoteo que recuerde a los efesios la verdad del Evangelio y les exhorte a no empezar a discutir sobre sutilezas de significados de las palabras. Timoteo debía continuar enseñando claramente este mismo mensaje, y equipar a otros en Éfeso para enseñar fielmente ese mensaje del evangelio a otros. El objetivo de Pablo no era reunir grupos cada vez más grandes para oír hablar a Timoteo, sino multiplicar el ministerio de la Palabra, preparando a otros para que transmitieran las mismas verdades de las Escrituras a quienes necesitaran oírlas.
Pablo también convino en que Timoteo necesitaba hacer algo más que simplemente repetir los mensajes que oía predicar a Pablo. Necesitaba hacer su propio estudio de la Biblia y enseñar los nuevos temas que, con el tiempo, surgirían. Timoteo necesitaba conocer no sólo el contenido de ciertas partes conocidas de las Escrituras, también necesitaba saber cómo estudiarlas bien para que su enseñanza estuviera arraigada en la Palabra de Dios, no meramente en sus propias reflexiones. Timoteo hizo este profundo estudio y enseñanza ante Dios, y Pablo quería que recibiera la aprobación de Dios por sus esfuerzos de enseñanza, y que no se avergonzara de hacerlo mal. Pablo opuso este tipo de esfuerzo de enseñanza a lo que otros estaban haciendo y califica los esfuerzos de estos últimos de «profanas y vanas palabrerías», palabras que socavaban en lugar de alentar el crecimiento en la fe; palabras que infectan el cuerpo de la misma manera que la gangrena se extiende al tejido sano que rodea una herida infectada. La imagen de Pablo es clara: la enseñanza puede edificar el cuerpo de Cristo para que esté sano, o puede destruirlo, infectarlo hasta que ya no pueda funcionar.
Este pasaje me anima y me incita a recordar lo importante que es el estudio cuidadoso de las Escrituras antes de dirigir un estudio bíblico, y me recuerda que debo buscar la gracia y la fortaleza de Dios tanto cuando preparo el estudio como cuando lo estoy guiando. Debo dedicarme al estudio y a la oración. También debo recordarme a mí mismo que no sólo estoy enseñando a las personas de este grupo. Los estoy también preparando para que enseñen a otros, y las cosas que enseño pueden ser transmitidas a otros si algunos de ellos dirigen a su vez estudios bíblicos (de la misma manera que plantar una semilla produce futuras cosechas). Debo mostrarles cómo estudiar las Escrituras, para que sepan cómo manejar correctamente la Palabra de Dios, no sólo para transmitir mi interpretación. Esto añade otro aspecto a mi ministerio de enseñanza: que debo estar atento a estos objetivos a largo plazo, no sólo a la lección inmediata que tengo ante mí.
Estoy agradecido por tu ministerio de dirigir grupos de estudio bíblico. Oro, con Pablo, para que seas fortalecido por la gracia que es en Cristo Jesús. Asimismo, oro para que tu enseñanza transmita la historia del Evangelio de manera clara y convincente, y para que Dios te use para preparar a otros para hacer lo mismo.
Padre, estoy muy agradecido por los hombres y mujeres que me enseñaron Tu Palabra; que me enseñaron a estudiarla y a enseñarla a los demás. Te pido que seas mi fortaleza, que Tu gracia me dé valor y sabiduría mientras estudio y mientras enseño. Ayúdame a seguir aprendiendo a estudiar bien las Escrituras, para que mi enseñanza edifique Tu iglesia y capacite a otros para llevar adelante este mensaje en su propia enseñanza. Te alabo y te doy las gracias. Amén