Guardando Tu Palabra en Mi Corazón

¿Con qué limpiará el joven su camino?

Con guardar tu palabra. 

Con todo mi corazón te he buscado;

No me dejes desviarme de tus mandamientos. 

En mi corazón he guardado tus dichos,

Para no pecar contra ti. 

Bendito tú, oh Jehová;

Enséñame tus estatutos. 

Con mis labios he contado

Todos los juicios de tu boca. 

Me he gozado en el camino de tus testimonios

Más que de toda riqueza. 

En tus mandamientos meditaré;

Consideraré tus caminos. 

Me regocijaré en tus estatutos;

No me olvidaré de tus palabras. 

(Salmo 119:9-16, RVR 1960)

¿Alguna vez has hecho algo con desgano, a medias? Aún sabiendo que hacerlo era algo bueno o que era tu obligación, solo reuniste suficiente energía y concentración para llevarlo a cabo, pero en realidad no lo hiciste con ninguna energía o placer. Pienso que, de vez en cuando, todos experimentamos esto en nuestras prácticas devocionales, y tal vez incluso cuando dirigimos un estudio bíblico. Somos fieles a la tarea y sabemos que es bueno llevarla a cabo, pero algo dentro de nosotros no se involucra con ella como deberíamos. Hermanos, Dios desea un compromiso de todo corazón y no a medias, y esto comienza con la forma en que respondemos a Su Palabra, las Escrituras.

Dos cosas me llaman la atención en este pasaje. Primero, el intenso deseo del salmista de agradar a Dios; segundo, su gran confianza en que conocer y seguir la Palabra de Dios es la clave para hacerlo bien lo primero. Este deseo lo lleva a atesorar la Palabra de Dios, a regocijarse en ella y a comprometerse a aprenderla y obedecerla. Lo que vemos es un compromiso total, de todo corazón, con la Escritura como medio para buscar y conocer mejor a Dios, lo que permite al salmista evitar el pecado. El salmista desea vehementemente esta ayuda, por lo que suplica a Dios que le enseñe y se compromete a hacer lo que pueda para aprender e interiorizar la Palabra de Dios. No se contenta con leer las Escrituras, para luego pasar a otros asuntos. Fíjate en cómo describe sus actos:

«En mi corazón he guardado todos Tus dichos». El salmista no se conforma con leer y luego olvidar las Escrituras, sino que dedica tiempo a aprenderlas tan bien que logre sea capaz de recordar algún pasaje cuando lo necesite. Las memoriza, pero lo hace con el propósito de utilizarlas más tarde para guiar su vida, no para ganar puntos o conseguir la aprobación de los demás. Lois LeBar citó este salmo parodeándolo para hacer una crítica: «Thy Word have I hid in my heart, that I might get a star on my chart» [En mi corazón he guardado tus dichos, para ganarme una estrellita en la frente]. Lo que mueve al salmista es su deseo de evitar el pecado y vivir una vida agradable a Dios.

«Con mis labios he contado todos los juicios de Tu boca». A medida que aprende la Palabra de Dios, el salmista la comparte con los demás, sabiendo que su mensaje está destinado a todo el pueblo de Dios, para que ellos también puedan beneficiarse.

«Me he gozado en el camino de Tus testimonios». El salmista no considera esto una tarea monótona o una memorización sin sentido. Mientras lee, lo hace tanto con su mente como con su corazón y aprende a regocijarse en el amor y el cuidado de Dios por Su pueblo que se encuentran reflejados en Su Palabra. Así, aprender se convierte en una tarea agradable, que anima el corazón.

«En Tus mandamientos meditaré». A medida que el salmista aprende la Palabra de Dios, dedica tiempo a reflexionar en oración sobre lo que la Escritura dice y significa: su significado para él y para el pueblo de Dios. Este ejercicio de “marinar” en la Palabra de Dios permite que su influencia penetre más profundamente en nosotros, nos ayuda a ver temas de relevancia y sus implicaciones en nuestras vidas que podríamos pasar por alto con una simple lectura superficial. Meditar en la Palabra ofrece oportunidades para que el Espíritu Santo nos muestre la trascendencia de la Palabra en nuestras vidas, y nos ayuda a apreciar más plenamente la persona y el carácter de Dios.

«Consideraré Tus caminos». La voluntad del salmista de aprender la Palabra de Dios no surge de un interés frívolo, o simplemente para saber más sobre Dios. Él se enfoca en lo que Dios ha dicho y hecho. Se concentra en lo que lee para no perderse de nada importante. Dedica a ello su plena atención. Al final de este pasaje, el salmista resume así su esperanza: regocijarse en los estatutos de Dios y no olvidarse de Su Palabra.

La descripción que hace el salmista de su búsqueda absoluta de Dios, de su amor por la Palabra de Dios, de su deseo de que Dios le enseñe y de su compromiso de aprender y responder en obediencia me hace darme cuenta de mis fallas. Si bien, muchas veces comparto este mismo deseo; otras veces pierdo parte de ese deseo y me conformo con prepararme para dirigir mi estudio bíblico con un corazón distraído o comprometido a medias. Ruego al Señor para que Dios sea su maestro mientras cada uno de ustedes, hermanos, estudian la Palabra de Dios y se preparan para guiar sus grupos de estudio. También, oro por que se regocijen en Su Palabra y que su propio deseo de conocerle y obedecerle más plenamente se desborde mientras dirigen sus grupos. Que el Señor les permita meditar en Su palabra y logren ver las riquezas que hay para ustedes.

Padre, por favor perdóname por aquellas veces en que mi búsqueda de Ti, y mi compromiso con Tu Palabra, han sido poco entusiastas. Ayúdame a comprometerme más plenamente, aprendiendo y meditando en Tu Palabra. Que lo que comparto mientras guío a otros en el estudio de las Escrituras muestre mi propio gozo en Tu enseñanza y un corazón que anhela obedecerte. Ayúdame a apreciar más plenamente las riquezas de Tu Palabra. Que no la olvide, sino que la guarde en mi corazón, para no pecar contra Ti. Amén.

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