Paciencia, Consolación y Esperanza
Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí. Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios.
(Romanos 15:1-7, RVR 1960)
«¿Por qué deberíamos molestarnos en leer o estudiar la Biblia? Al fin y al cabo, trata de hechos que ocurrieron hace mucho tiempo, en una tierra y una cultura diferentes. ¿Cómo puede ayudarnos eso ahora? ¿Qué relevancia tiene para mi vida actual?». Vivimos en una época en la que muchas personas son escépticas respecto a que la Biblia tenga algo útil que decir para la vida actual. En sus mentes, la Biblia es una colección de historias del pasado - un pasado tan diferente al de hoy que se ha vuelto irrelevante, o una colección de bonitas ideas, pero con poco poder para influenciar el curso de sus vidas de manera significativa. Así, pareciera haber pocas razones para leerla o estudiarla, ¿para qué molestarse?
En este pasaje, Pablo destaca tres valiosos resultados de leer la Palabra de Dios y observar sus enseñanzas, ofrecidos como dones de gracia para sostenernos en los desafíos que afrontamos en nuestras vidas. La vida puede ser difícil, pero Dios cuida de nosotros en medio de los momentos más duros, y en Su Palabra podemos encontrar lo que necesitamos para sobrevivir. Pablo dice que todo lo que se escribió en tiempos pasados (las Escrituras) se escribió para instruirnos y beneficiarnos. Luego se centra en tres resultados de ser instruidos por la Palabra de Dios: paciencia, consolación y esperanza.
Paciencia. El Antiguo Testamento ofrece muchos ejemplos de personas en circunstancias difíciles que aprendieron a resistir y a esperar con paciencia la ayuda de Dios. Abraham y Sara soportaron años de esterilidad, esperando un hijo; José soportó años de prisión antes de ser liberado; Daniel y sus compañeros soportaron años de servicio en Babilonia y amenazas contra sus vidas; Rut soportó la pobreza con su suegra, Noemí. En el Nuevo Testamento vemos otros ejemplos: Jesús soportó la cruz por nosotros; Pablo fue apedreado y encarcelado varias veces durante su ministerio; y Juan fue exiliado a la isla de Patmos por su fe. Dios nos da Su Palabra, para que podamos leer sobre otros que siguieron a Dios y soportaron muchos desafíos.
Consolación. Estas historias del pasado hacen algo aún más importante que dar un ejemplo de resistencia paciente que podamos imitar. Nos animan y consuelan. Podemos caer en la tentación de la desesperación, de rendirnos, pero al ver a Dios obrando en aquellas situaciones para sostenerles y ayudarles a resistir, nos anima a confiar en Dios y a perseverar en nuestras propias situaciones difíciles. Estas historias dan consuelo y ánimo a nuestros corazones.
Esperanza. En última instancia, los ejemplos de las Escrituras y las promesas de Dios de estar con nosotros en nuestras dificultades nos dan esperanza. La esperanza crece en nosotros cuando leemos cómo actuó Dios en las vidas de otros y se nos muestra que Dios sigue estando presente, sigue siendo poderoso, sigue siendo capaz de sostenernos, igual que sostuvo a otros en el pasado. Esta esperanza floreciente nos fortalece para soportar las dificultades que afrontamos porque sabemos que nuestra vida no termina aquí. Nuestra esperanza descansa en Dios, la esperanza tanto en esta vida como en la venidera.
Como líder de un estudio bíblico, te animo a que consideres cómo tu propia lectura y estudio de las Escrituras está causando un impacto en tu corazón. ¿Te anima, te sostiene, te da esperanza, te ayuda a soportar desafíos y situaciones difíciles? Si no es así, tómate un tiempo para orar antes de leer y estudiar, pidiéndole a Dios que te ayude a ver ejemplos y verdades que consigan animar tu corazón. Dios quiere animarte y darte esperanza. Al dirigir tu estudio, ¿tratas de ayudar a otros a ver el cuidado misericordioso de Dios en las Escrituras? ¿Les ayudas a sentirse animados por lo que han leído juntos y a tener esperanza para lidiar con sus propios desafíos? Puede ser útil que su oración juntos sea bien planeada y pensada para centrarse en aspectos específicos que ustedes ya han estudiado que dan consuelo y dan esperanza, y luego alabar y dar gracias a Dios por ellos. Por último, así como al final de este pasaje: juntos, en una sola voz, glorifiquemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. El consuelo y la esperanza de este tipo nos llevan a adorar a Dios, a confiarle nuestras situaciones presentes y a alabarle por su aliento Oremos para que esto se convierta, cada vez con más frecuencia, en el fruto de nuestros grupos de estudio.
Padre, estoy muy agradecido por Tu Palabra, por los ejemplos y enseñanzas en ella que animan mi corazón y me dan esperanza cuando estoy en circunstancias difíciles. Gracias por la certeza de que Tú estás conmigo y de que eres capaz de sostenerme mientras confío en Ti y te sigo. Mientras dirijo mi estudio bíblico, ayúdame a compartir mi propia esperanza en Ti, y ayuda a los demás a ver en Tu Palabra razones de consuelo y esperanza que puedan ayudarles a soportar cualquier situación difícil a la que se enfrenten. Juntos te alabaremos y te daremos gracias. ¡Que todo lo que hacemos y decimos sea para Tu gloria, Señor! Amén.